Conclusión
Durante siglos y hasta hace muy poco, lo que hoy es México ha sido gobernado de forma no democrática.
En
1997 las reglas políticas empezaron a cambiar y hoy la vida pública mexicana
muestra rasgos democráticos reales. La contrapartida de lo anterior es la persistencia
y la expansión de elementos centrales del viejo régimen. En el México actual, el
marco legal y la práctica política parecieran propiciar y administrar
pacíficamente las tensiones propias de una pluralidad plena. Sin embargo el
pluralismo político sigue teniendo limite.
A lo largo de la
historia del México independiente ha surgido un buen número de proyectos de
nación, pero de ellos sólo un puñado logro materializarse. Del resultado de la
lucha en torno al petróleo va a depender no sólo la naturaleza de la relación
derecha-izquierda, sino también la del proyecto nacional e incluso de la idea
misma de la nación.
Una élite del poder, una
oligarquía que decide a dónde vamos: unas 20 familias que concentran la
riqueza, la Iglesia, los intelectuales, las oligarquías partidistas, esta élite
no quiso apoyar la democracia, se negó a hacerlo, aceptó el cambio del PRI al
PAN, pero sólo aceptó ese pluralismo limitado. Hoy, en materia de
responsabilidad política, si bien no estamos de regreso al siglo XIX tampoco
estamos donde podríamos y deberíamos estar: nos sobran muchos poderes tras el
trono, muestra, en resumen, de la debilidad institucional de nuestra política.
Presentación
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